Berrocal solicitará a la Junta consensuar un plan de choque para recuperar sus montes y su economía 16 años después del incendio forestal de 2004

por Juan Antonio Hipólito Domínguez / 27 de Julio de 2020 / Publicado en Cuenca Minera, Medio Ambiente

La Plataforma Fuegos Nunca Más, nacida en 2004 tras el incendio forestal que arrasó más de 30.000 hectáreas, reclama que se dé al trabajo del monte mediterráneo el mismo apoyo que se le da a otras actividades de economía local que se desarrollan en la naturaleza. El cuidado y puesta en valor de encinas y alcornoques de los pequeños propietarios, que siguen intentando dieciséis años después devolver a su estado la zona devastada para recuperar su medio de vida, debería recibir el mismo apoyo que se da, por ejemplo, a la agricultura. 


Berrocal recibió un golpe mortal con el incendio de 2004. Su entorno natural y su medio de vida, donde el corcho, la apicultura y la ganadería eran las principales actividades económicas, fueron destruidos en menos de dos días. Ayer se cumplieron 16 años del desastre, el incendio forestal más grande y devastador que ha ocurrido en Andalucía, conocido como el incendio de Minas de Riotinto, que afectó a las provincias de Sevilla y Huelva. Devastó 34.291 hectáreas de monte mediterráneo, acabó con la vida de dos personas, afectó a 13 municipios en total.

Como tantos otros pueblos de la que llaman España vaciada, Berrocal, que no es más que la España que se aferra a la tierra y al monte como forma de vida, vuelve a manifestar su sensación de ser una gran olvidada. Las administraciones europea, española y autonómica hacen gala de apoyar a los pueblos rurales frente al despoblamiento, pero, lejos de garantizar los recursos que estos pueblos necesitan para mantener su forma de vida, impulsan actividades económicas y negocios importados de las grandes ciudades, los cuales no hacen sino crear una dependencia municipal de las ayudas y subvenciones en lugar de proveerlos de autonomía para la recuperación económica, social y, por ende, poblacional.

En Berrocal se firmaron 350 convenios de colaboración entre la Junta de Andalucía y los pequeños propietarios afectados por el incendio, iniciándose repoblaciones con costosas operaciones de maquinaria tras el fuego, que no tuvieron un seguimiento técnico y acabaron muriendo la mayoría de los plantones. Con estos convenios se transmitió a la población la idea de que se recuperarían las fincas y se potenciarían los usos múltiples y las externalidades propias de los ecosistemas forestales mediterráneos.

La actividad principal del pueblo había sido la economía del corcho, dando antes del incendio una media de 7.000 quintales de corcho anuales (330.000 kilos) a la Cooperativa Corchera San José, constituida por los pequeños propietarios vecinos de Berrocal, y siendo la única de su tipo en toda Andalucía. Hoy, la Cooperativa consigue escasos 2.400 quintales anuales (110.000 kilos), lo cual supone la pérdida de dos tercios de la producción, a un tris de cerrar por falta de materia prima.

El monte de alcornocal está afectado desde hace más de tres décadas por la enfermedad de la seca o decaimiento, causada por varios factores, pero especialmente perjudicada por la fitóftora (Phythophtora cinnamomi), una especie de hongo que afecta fundamentalmente a encina y alcornoque, y que acelera de forma vertiginosa la debilidad y posterior muerte del árbol. Su letalidad está haciendo perder inmensas superficies de bosque mediterráneo especialmente en el suroeste peninsular: han muerto millones de encinas y alcornoques, dificultando enormemente en casos como el de la zona incendiada de Berrocal, la recuperación del productivo monte mediterráneo que le daba sustento.

Andalucía produce aproximadamente 35.000 toneladas de corcho al año y posee la mitad de superficie de alcornocal del mundo, generando en torno a 70 millones de euros de beneficio. Pero actualmente, y ante la falta de apoyo por parte de la Administración para impulsar la industria de transformación del corcho, la producción se vende en bruto directamente a otros países, con la consiguiente fuga del valor añadido y la pérdida de potenciales puestos de trabajo estables de larga durabilidad.

Por ello, Fuegos Nunca Más, conociendo que existen investigaciones de la seca desde hace años aunque sin mucho resultado, y de cara a impulsar de nuevo la recuperación de los montes de Berrocal, solicitará a la Junta de Andalucía que impulse en coordinación con el Ayuntamiento, la Cooperativa corchera y esta Plataforma vecinal, el diseño de un plan de choque para la recuperación integral de los montes locales y el apoyo necesario para la puesta en marcha del Centro de Interpretación del Río Tinto y del Centro de Mayores. Estas dos infraestructuras fueron creadas como medidas compensatorias tras el incendio de 2004, pero no fueron completamente terminadas antes de entregarlas al Ayuntamiento, que tampoco contó con dotación presupuestaria para ello, por lo cual se encuentran cerradas y en deterioro progresivo.

Dieciséis años después, y más allá del sentimiento de abandono, en Berrocal sabemos que ante la falta de gestión y medidas preventivas en los montes, las mejores herramientas de prevención son los trabajos tradicionales en el campo y la ganadería extensiva. Es decir, que al seguir siendo los incendios forestales un azote todos los años, la mejor prevención es invertir en el desarrollo rural y la economía del corcho. Revertir así la actual situación de despoblamiento y recuperar de forma sostenible la fuente de recursos económicos, le daría un nuevo horizonte a Berrocal, volviendo a ser un lugar para la vida y trabajo de generaciones venideras, que es sin lugar a dudas la mejor inversión para la mitigación de los efectos del cambio climático.

“Un incendio forestal es de lo peor que le puede pasar a un pueblo rural y en Berrocal lo hemos vivido en nuestras carnes. La columna de humo se vio venir por el Barranco de Bajohornillo y poco tiempo después las llamas saltaron el río Tinto y cercaron al pueblo en unos momentos. Aquellos instantes de angustia y de zozobra quedaron marcados para siempre en el alma de su gente, la evacuación hacia Zalamea, el abandono de los hogares y de los animales” Manuel Márquez, vecino de Berrocal.

 

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