De la mata a el alto de la mesa
Jóvenes en riesgo de exclusión social aprenden a vivir del campo gracias a un proyecto de la Asociación Matilde
La Asociación Matilde para la Protección e Interpretación del Patrimonio Glocal de Minas de Riotinto ha desarrollado con éxito el proyecto ‘De la mata a el alto de la mesa’ en el que han participado 15 jóvenes desempleados de la zona en riesgo de exclusión social. Esta iniciativa, finalista en los últimos Premios a la Innovación Social de la Obra Social La Caixa (quedó entre los 37 elegidos de más de 400 proyectos presentados), ha propiciado la formación y empleabilidad de personas con cierta discapacidad en la producción ecológica tradicional, cocina y venta de productos hortofrutícolas.
Según informa Juan A. Hipólito, el itinerario formativo se ha basado en una metodología principalmente práctica en horticultura y guía patrimonial, abarcando los ámbitos más cercanos a cada área, como la agricultura tradicional y el del monitor turístico. Los beneficiarios de esta experiencia han participado, junto a sus monitores, en la recuperación y el mantenimiento de un huerto ecológico. Gracias a este proyecto, el huerto minero se ha mantenido en activo durante todo el año con el objetivo de enseñar la diversidad de cultivos posibles (tradicional, productivo, gastronómico y cultural) y sus diferencias.
El presidente de la Asociación Matilde, Francisco Javier González ha mostrado su satisfacción con el desarrollo del proyecto. “Durante todo este tiempo hemos empleado toda nuestra energía en acompañar a un grupo de desempleados en riesgo de exclusión social y con discapacidad o enfermedad mental, y formarles a partir de una metodología principalmente práctica en horticultura y guía patrimonial, aunque tocando los ámbitos más cercanos a cada área, es decir, el del monitor turístico para lo patrimonial y el de la agricultura tradicional para la horticultura”, explica.
De forma paralela, los beneficiarios de esta experiencia han recibido también orientación laboral con la intención de completar su inserción social en el entorno de la zona. “Dos son las principales razones por las que hemos elegido hacer este proyecto. Por un lado, porque dinamizará y pondrá en valor lugares de un barrio con necesidades de transformación social, como son un huerto histórico y el único centro cultural existen en El Alto de la Mesa, además de fortalecer el tejido asociativo del barrio mediante la incorporación de vecinos/as del barrio como sujetos activos. Por otro lado, porque con la puesta en marcha del proyecto pretende crearse un itinerario real de inserción a partir de un grupo de trabajo que pueda vincularse a los espacios de inserción activados, siendo una posibilidad la permanencia del proyecto a partir de la iniciativa que la originó”, aclara González.
Víctor Manuel Sánchez es uno de los alumnos que ha conseguido quedarse en el huerto en la modalidad de práctica remunerada. “Estoy muy contento y a gusto con la labor que hago. He aprendido a cultivar tomates, pimientos, calabacines, berenjenas… También me he encargado de su recolección y venta en el puesto de mercado. Ha sido una experiencia muy gratificante y recomendable”, asegura.
La formación del grupo en actividades relacionadas con la horticultura y los valores culturales de la misma en el territorio y en actividades de turismo, principalmente patrimoniales han resultado claves para el éxito del proyecto. Han conseguido recuperar uno de los pocos huertos mineros que quedan en pie de los 1.200 existentes en la zona en la época en la que los ingleses explotaban las minas, y lo han hecho durante un ciclo anual para que pudiera alcanzar los dos periodos fundamentales de siembra, el de invierno y el de verano, a fin de enseñar la diversidad de cultivos posibles y sus diferencias, acentuando el carácter tradicional tanto productivo como gastronómico y cultural. En definitiva, han aprendido a vivir del campo.
