Las asociaciones de mujeres Luna y Concha Espina han participado estos días en una iniciativa puesta en marcha a través de la Asociación Matilde en el marco del proyecto europero Voces Rurales 2030 que busca involucrar a la juventud europea del medio rural en la necesidad de proteger el suelo.
La iniciativa “La ciencia lleva nombre de mujer: Lo que me enseñó mi abuela sobre la tierra de Nerva” muestra cómo la combinación de conocimiento ancestral y ciencia biodinámica puede influir positivamente en estos suelos.
La actividad cuenta con la participación de mujeres mayores de la localidad, auténticas guardianas del saber sobre semillas autóctonas, plantas aromáticas y medicinales, y calendarios de siembra y abonado orgánico.
Durante talleres y grupos de discusión, comparten sus conocimientos con la juventud rural voluntaria, que aprende a aplicar técnicas biodinámicas para mejorar la fertilidad de los suelos y aumentar la productividad de los huertos.
La actividad evidencia que conocimiento ancestral y ciencia pueden ir de la mano para abordar retos actuales, como la recuperación de la fertilidad del suelo y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles. Además, visibiliza el papel fundamental de las mujeres rurales como guardianas de la biodiversidad y promotoras de innovación en sus comunidades.