Entre otras cuestiones de interés, Peregil nos cuenta las medias de confinamiento que están llevando a cabo en Marruecos, Argelia, Libia y Túnez y cómo de diferente está resultando entre la ciudadanía en cada uno de estos países magrebíes. “En Túnez han llegado a manifestarse en contra del confinamiento. En Libia siguen matándose los unos a los otros. En Argelia el movimiento de protesta ha decidido replegarse, mientras el poder sigue con su misma dinámica, metiendo a gente en las cárceles. Y en Marruecos está resultando muy complicado en la mayoría de los barrios porque la gente vive al día”, resume.

Según los datos que maneja su periódico, ninguno de los países del Magreb supera el millar de diagnosticados y los fallecimientos rondan el medio centenar. Se trata de cifras oficiales que han de manejarse con todas las reservas de transparencia informativa que ofrecen los Gobiernos de la región.  “Comparado con las cifras españolas parece ridículo, pero al igual que en España las cifras no son del todo exactas, aquí dejan mucho que desear. Solo hay tres laboratorios donde se realizan pruebas, y realizan muy pocas pruebas todos los días”

En cuanto a las limitaciones que pueda estar experimentando como profesional de la información en esta situación de confinamiento, el periodista nervense confiesa, casi en broma, que le cuesta más trabajo concentrarse en casa con los críos de un lado para otro que tener que salir al exterior en busca de la noticia. “Tengo un salvoconducto. Así que podría desplazarme sin problema, pero hay que tener las cosas muy claras. Yo puedo ir a la Medina para describir que no hay nadie. Quizá esto pueda resultar para la tele, pero para el periódico no me resuelve gran cosa. Me es más complicado saber que es lo que está ocurriendo en Argelia, donde el otro día metieron a un periodista en la cárcel”, aclara.

A Peregil, como a otros tantos periodistas que han tenido oportunidad de cubrir varias guerras en diferentes puntos de la geografía internacional, no le gusta mucho que se compare la situación actual que vivimos con un conflicto bélico. “La comparación es un poco exagerada. Podemos hablar de una situación sin precedentes, dramática, durísima, pero lo de la guerra es muy delicado. Si hacemos esa comparación estamos culpabilizando al enfermo”, puntualiza.

En un mundo cada vez más acostumbrado al consumo de fake news (noticias falsas), el periodista nervense no tiene tiempo para prestar atención a este tipo de cuestiones porque confía plenamente en sus fuentes. “Aquí (Rabat, Marruecos), la Agencia Oficial ha creado una nueva página web para combatir las fake news. Pero yo no tengo tiempo para estas cosas. Mis fuentes son muy claras y fiables desde hace mucho tiempo. No tengo tiempo para intoxicarme. Ya empleo demasiado tiempo para discernir cuál de entre las noticias verdaderas es digna de profundizar”, comenta.

Ante el aumento exponencial experimentado en el consumo de prensa digital desde que se decretó el estado de alarma en España, el corresponsal del diario El País cree que la prensa digital ha terminado por imponerse definitivamente al papel. “Mi periódico iba a establecer un muro de pago en marzo, y lo ha tenido que retrasar todo ante la necesidad de acceso a información gratuita a la que está sometida la ciudadanía. Al periódico no dejan de llegar cartas de agradecimiento por el tremendo esfuerzo que se está haciendo. Económicamente es una catástrofe porque nunca hemos tenido tantos lectores y tan pocos ingresos por publicidad. Pero quizá en unos mes pueda recompensarse por parte de los lectores”, confiesa.

En el plano personal, Peregil comparte con nosotros una última reflexión ante todo lo que está ocurriendo en torno a la crisis mundial provocada por el nuevo coronavirus. “A mi me gustaría que está crisis me hiciera más humano para poder empatizar más, para ser más solidario. No sé si lo conseguiré. En cuanto a la sociedad,  tampoco sé si cambiaremos mucho. No hemos aprendido casi nada de la crisis del 2008. Me gustaría que Alemania y Holanda no se opusieran a los coronabonos. Me gustaría que dieran un gran paso adelante, y nos echaran una mano para pagar entre todos la factura de esta crisis. Ya sé que es mucho pedir, pero es que se trata de esto. Lo veo poco probable, pero me gusta pensar que es posible todavía”, desea.

Finalizamos la entrevista con un saludo a toda la gente el pueblo y un llamamiento a continuar con los aplausos dedicados cada tarde a las 20:00 horas para los sanitarios de todo el país. “¡Qué todo vaya bien!”. Y seguramente, si los críos se lo permiten, vuelve a centrarse en los trabajos que tienen entre manos: un grupo de marroquíes confinados en Ceuta, sin posibilidad de volver a su país, con su frontera cerrada; y el estado de letargo en el que parece haber entrado las protestas contra el poder en Argelia a causa de la pandemia de coronavirus. Ambas propuestas, próximamente en el diario El País. ¡No se la pierdan!