La Fundación Vila Casas muestra en Barcelona la obra del pintor nervense Manuel Duque con motivo del 20 aniversario de su fallecimiento

por Juan Antonio Hipólito Domínguez / 15 de Noviembre de 2018 / Publicado en Cultura

Coincidiendo con el vigésimo aniversario de la muerte del artista nervense Manuel Duque en Sabadell, la Fundación Vila Casas muestra en Espais Volart de Barcelona la exposición “De la luz en el mundo”, comisariada por Imma Prieto, con una selección de unas ochenta obras pictóricas que recorren la trayectoria artística de un autor que siempre tuvo la certeza de estar fuera de lugar y fuera de tiempo, ajeno a movimientos y estilos.  


Según informan desde la Fundación Vila Casas, la exposición se muestra dividida en diferentes ámbitos. “La muestra es una aproximación a la cosmogonía de Manuel Duque a través de una propuesta que acerca al espectador a la idea del trazo. Un trazo que se irá reconociendo a sí mismo a partir de elementos que son clave en la pintura de todos los tiempos: la luz, el color o la naturaleza, una naturaleza entendida no como paisaje, sino como lugar de encuentro con uno mismo y con el mundo”. 

En palabras del propio autor: "Nunca he querido significar nada, cuando he hecho una línea. Sólo buscaba que esta línea fuera viva por el trazo. Esto es lo que me interesaba, un trazo que estuviera vivo y no lo explicara ". Podemos observar la vivacidad de este trazo en cada uno de los ámbitos, donde conviven trabajos de diferentes épocas y de diferentes categorías.

 

 

Hoja de sala  

Manuel Duque (1919-1998) nace en la localidad andaluza de Nerva en 1919, en el seno de una familia de origen humilde dedicada a la minería y en un contexto internacional de recuperación después de la Primera Guerra Mundial. Poco después de su nacimiento, su familia emigra a Francia, en la región minera de Saint-Étienne, y posteriormente vuelve a España para instalarse definitivamente en la ciudad de Sabadell.  

En esta exposición podemos ver, a través de setenta obras, el proceso creativo que Duque desarrolla a partir de su llegada a París en 1954 con la intención de buscar la verdad artística. Para su sorpresa, se encuentra con un escenario que considera confuso, ya que está convencido de que después del dadaísmo, y concretamente de la figura de Duchamp (1887-1968), no hay nada más de verdaderamente nuevo o rompedor. 

Decepcionado, se propone vivir su propio periplo de investigación con la intención de, tal como él mismo expresaba, «rehabilitar la pintura» o «en otras palabras, dar la vuelta de nuevo el reloj de arena y sustituir la doctrina realista por la idealista» .  A partir del 1954, con 35 años, se instala en París gracias a los ahorros de las clases de francés que imparte y en la mediación de su amigo artista sabadellense Joan Vilacasas (1920-2007), ya residente en la capital francesa. 

Aunque combinaba la responsabilidad de un trabajo con la creación artística, su recorrido creativo empezó así, y con un escrupuloso ejercicio de introspección: decide empezar de cero, destruirse (tal como lo explicaba) para eliminar cualquier contenido inteligente y dedicarse a sentir las emociones de su ser más profundo. 

Debía renacer y lo haría de la mano con la naturaleza, reintegrando a ellos para formar una sola unidad.  Esta primera etapa (1954-1958) es la de los claroscuros, su punto de partida, con pinceladas gestuales en blancos y negros mezclados (tinta china y gouache sobre papel o cartón) y rechazando la materia. A pesar de su esfuerzo por eliminar cualquier influencia externa, se deja seducir por la abstracción lírica de artistas que descubre en las galerías más jóvenes del París de la época (Dubuffet, Mathieu y Hartung, entre otros).

En 1958 Duque conoce el crítico de arte Julien Alvard (1916 a 1972), que queda impresionado por sus obras, un hecho que culmina con la invitación a formar parte de una exposición de artistas nuagistes. Así comienza a tener visibilidad, e inevitablemente es incluido en este grupo, aunque él reniega porque no se identifica. Por eso prefiere desvincularse e ir en solitario, para evolucionar hacia una segunda etapa en la que su admiración por el pintor londinense Turner (1775-1851) es vital. La consecuencia no es trivial, ya que incorpora el color a sus obras y asume la importancia de la pincelada. Aparecen colores primarios en composiciones monocromáticas o bicromàtiques, con cierta timidez y apoyándose en transparencias que irán cogiendo fuerza con el tiempo.  

Por casualidad, el mismo en 1958 conoce en la ciudad de Roma un pintor estadounidense, Cy Twombly (1928-2011), que partía del action-painting y que evolucionó hacia un lenguaje propio similar a algún tipo de escritura , consecuencia de la admiración de este por otro artista estadounidense, Mark Tobey (1890-1976), creador de un código pictórico con aires de caligrafía oriental. En ambos casos hablamos de un grafismo pictórico, un estilo que Duque incorporará en una tercera etapa añadiendo marcadas líneas gestuales.  

La última etapa de la que habla Duque inicia en 1962, cuando siente la necesidad de incorporar un elemento nuevo que acaba llamando «el tema», con claras referencias a su amada naturaleza. A partir de esta década expone en Sabadell, donde tiene una buena acogida, como reconocimiento al que se ha ido y vuelve a casa con el éxito del prestigio. Así es como se convierte en referente pictórico de otros artistas sabadellenses como Josep Llorens (1892-1980), Joaquim Montserrat (1950-2016) y Romà Vallès (1923-2015).  Duque continuará su proceso de investigación hasta que los últimos años de producción la abstracción va desapareciendo para acercarse al realismo del que huía en un principio, y que le invitó a repensar la pintura.

 

 

Sobre la Fundación

La Fundación Vila Casas, institución fundada en 1986 por el empresario farmacéutico Antoni Vila Casas, es una entidad privada sin ánimo de lucro que tiene como objetivo prioritario promocionar el arte contemporáneo catalán. La esencia y razón de ser de la Fundación Vila Casas es que la tradición, la cultura y la lengua son los ejes de identidad de nuestro país.  A través de cinco espacios expositivos que forman parte de nuestro legado arquitectónico, la Fundación se convierte en una plataforma desde la que se exhibe el fondo permanente de la colección y se celebran exposiciones temporales de los artistas que lo integran.  Asimismo, en el ámbito sociosanitario, la Fundación desarrolla un trabajo de investigación con el objetivo de establecer un puente de diálogo entre los profesionales de la sanidad, los medios de comunicación y la sociedad.

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