El cura nervense Antonio Fidalgo comparte desde Perú sus impresiones sobre la pandemia de coronavirus en una entrevista concedida a Onda Minera

por Juan Antonio Hipólito Domínguez / 07 de Abril de 2020 / Publicado en Coronavirus, Religión, Sanidad

El cura nervense, Antonio Fidalgo, sacerdote de la Diócesis de Huelva, de Misiones en Perú, delegado de Cáritas en la zona, comparte con la emisora de radio y televisión de su pueblo natal, Onda Minera, en el marco de entrevistas a ‘Nervenses por el mundo’, sus impresiones ante la pandemia de coronavirus que la ha tocado vivir al otro lado del Océano Atlántico, a más de 8.000 kilómetros de distancia de tierras onubenses.


En esta entrevista, Fidalgo nos habla de la situación por la que atraviesan las personas más vulnerables de la zona en la que se encuentra trabajando; las dificultades a las que se enfrenta para desarrollar su labor; y comparte con nosotros reflexiones personales sobre los momentos de incertidumbre que vivimos, recomendando a todo el que quiera escucharle un limpiado interior para quedarnos con lo que verdaderamente importa en esta vida: “El amor, la familia, los amigos, la justicia…”.

A día de hoy, en Perú se registran más de 2.000 diagnosticados y 83 muertos con coronavirus. “Aquí las medidas de seguridad para prevenir el virus son muy parecidas a las que se están tomando en España. Las comenzaron a tomar desde el primer momento en que aparecieron los primeros casos. Ya llevamos 19 días en cuarentena. Y los casos van aumentando, si bien es cierto que no al ritmo que se ha estado viendo en Europa”, comenta.

Pero el problema en Perú no es tanto el virus como la pobreza. “Esto no es España. Aquí el que no tiene no come. De qué va a vivir la gente si no les permiten moverse. Hay situaciones de extrema pobreza donde familias enteras llevan días sin comer. Y la única ayuda que reciben, a parte de la que podemos ofrecer desde Cáritas y otras oenegés, es la que les ofrece el Gobierno con bonos de unos 380 soles, unos 90 euros, que no dan para mucho. Por eso hay quien ya está empezando a sublevarse contra las medidas”, asegura.

En Perú es obligatorio llevar mascarillas para circular y el Gobierno les ha prometido a sus ciudadanos que todos tendrán acceso gratuito a este material, cuestión de la que recela Fidalgo. “Pero cómo van a repartir mascarillas para todos, si nosotros mismos desde Cáritas hemos tenido que donar nuestra remesa a policías y centros sanitarios de la zona para que puedan realizar su trabajo con unas mínimas garantías. La gente se las está fabricando en casa”, aclara.

 

 

Entre las curiosidades que Fidalgo cuenta de las medidas impuestas en Perú para intentar prevenir el coronavirus está el hecho de que los hombres puedan salir a hacer cualquier gestión indispensable los lunes, miércoles y viernes, y las mujeres los martes, jueves y sábados las mujeres. “Eso sí,  el domingo todos en casa. Y todos los días, tenemos toque de queda de 5 de la mañana a 5 de la tarde. Tenemos más gente en la cárcel por saltarse estas normas que diagnosticados por el virus”, puntualiza.

La primera intención de Fidalgo, cuando decidió viajar a Perú el pasado verano, fue la de irse a la selva, donde asegura “están muriendo hace mucho tiempo de dengue y no salen en los medios”, pero finalmente le destinaron al sur del país, lindando con Chile.  “La enfermedad y la muerte están muy presentes en zonas como esta. La capacidad de sufrimiento de estos pueblos es máxima. Nada que ver con los países occidentales más desarrollados. Sin embargo, no pierden la alegría, la esperanza, la fe…”, destaca.

Fidalgo quiere pensar, al igual que desean el resto de nervenses por el mundo a los que hemos entrevistado para la Emisora Municipal Onda Minera RTV Nerva, que esta pandemia nos ayudará a ser mejores personas, pero es escéptico. “hay un refrán español que dice: “EL muerto al hoyo y el vivo al bollo”. ¡Pues eso!. No cabe duda alguna que mucha gente habrá tomado conciencia de que no se puede vivir como lo estábamos haciendo; que hay que cambiar; que tenemos que darle importancia a lo que verdaderamente lo tiene: a las cosas sencillas, al amor, la justicia, la familia, los amigos. Espero que la gente lo entienda, pero creo que la gran mayoría, una vez que venzamos al virus y se acaben los aplausos, empezarán a decir por qué no me han dado el número a la hora que quiero”, reflexiona.

Ante la Semana Santa tan atípica que estamos viviendo, sin procesiones en las calles, para Fidalgo lo verdaderamente importante es que, “Dios está en todas parte, como decía Santa Teresa, entre pucheros. Está presente en todo aquellos que haces con entrega, amor y servicio a los demás. Nos hemos quedado sin Semana Santa de calle, pero la viviremos de forma más íntima. El domingo de Ramos yo no pude ofrecer misa, pero participé en la que ofreció por televisión el Papa Francisco, y me encantó”, puntualiza.

Fidalgo se despide con un mensaje de esperanza, confiado en que saldremos adelante, y un “¡Viva Nerva y Viva San Bartolomé Bendito!”, que resuenan con fuerza al otro lado del Océano Atlántico, a más de 8.000 kilómetros de su Nerva natal.

 

 

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