¡Nervensear! Este es el nuevo “verbo” con el que nervenses procedentes de diferentes puntos de la geografía nacional e internacional conjugan sus experiencias con vecinos de la localidad minera en un encuentro que vienen repitiendo con éxito de participación en su tierra natal desde hace seis años. En esta ocasión han sido más de 170 las personas que se han reunido en torno a este encuentro que ha abierto por méritos propios un hueco importante en la intensa agenda de ocio y cultura, cargada de todo tipo de actos previstos para este mes festivo por excelencia en Nerva.
Según informa Juan A. Hipólito, este encuentro es el resultado físico y tangible de cuantos se producen en el mundo virtual de las redes sociales a través del grupo de Facebook creado por Juan Carlos Domínguez Cerrato en octubre de 2013, Nervenses por el mundo, con el objetivo de establecer una comunicación fluida y cordial entre nervenses y personas vinculadas a la localidad minera desde cualquier rincón del mundo. En la actualidad, más de 5.000 personas forman parte de este grupo en el que sus integrantes comparten todo tipo de experiencias online con Nerva como denominador común.
Lo que viven estos nervenses cada año por el mes de agosto en su tierra natal, y que repiten en noviembre en tierras catalanas (Barcelona), donde residen un porcentaje importante de los integrantes del grupo, es puro nervensismo. Les encanta jugar con el sufijo para demostrar su fervor por la tierra que les vio nacer, de la que tuvieron que emigrar arrastrados por sus progenitores, siendo tan solo unos niños, en busca de un porvenir mejor.
Durante años, estos emigrantes han aprendido a conjugar el nombre de su pueblo con diferentes formas verbales. El gerundio, de la que todo buen periodista que se precie huye con pavor, es la que más les gusta practicar: “Nervenseando”. Saben que gramaticalmente es una quimera, pero se empeñan, una y otra vez, en seguir practicándolo en cuantos encuentros coinciden. Y les sale de la forma más natural posible: “Aquí, nervenseando un año más”, comentaba más de uno en la velada.
Son decenas de personajes con historias que contar. En este tipo de encuentros disfrutan comentándotela mirándote a la cara. Y en sus rostros, sus ojos y sus labios hablan por sí mismos, son el reflejo del alma. La ilusión con la que afrontan estos encuentros no se puede describir con palabras, hay que vivirla con ellos para darse cuenta del amor que una persona puede profesar a su tierra. Solo de esta forma puede entenderse que, entre brindis y brindis, conjuguen el nombre de su pueblo con total y absoluta normalidad, sin complejos, “nervenseando”.