Ese día, con la culminación de la misa, comienza el ritual de salida con la esperanza de abrir la puerta y percibir que el cielo da una tregua, y que aunque es arriesgado por la incertidumbre, se toma la decisión de salir y que la Madre de Cristo, con ese andar majestuoso, colme de emoción a todos. 

Los costaleros se preparan para llevar a lo más alto el amor que profesan, las reuniones entre capataces analizando la situación es ese hormigueo de nerviosismo que todos tenemos en ese instante, cada miembro de la Hermandad tiene su cometido que hace que, como una maquina perfecta se ponga todo en movimiento, sorteando dificultades y problemas de última hora, poniendo todo para no fallar a un pueblo que, más o menos creyente o devoto, ese día quiere estar con un corazón que late a ritmo de redoble cofrade, a golpe de llamador del paso, con ganas de emocionarse con la mirada tierna y dulce de una madre que ha de despedirse de su hijo, y lo hará sin poder estar con él en el camino.

La procesión del viernes de Dolores, es la manera de poder hacer realidad que el paso de la Virgen, sin su Palio, pueda estar en las calles. Cristo o Virgen es el delirio de unos y de otros y es por ello que con mucho esfuerzo y trabajo se preparan estos días para que Nerva pueda disfrutar de la belleza de ambas imágenes, aunque sea por separado. La pasión se hace patente en el momento en que la Señora, al son del himno nacional,  está en la calle y abandona su templo para recibir el apoyo de quienes saben lo que significa perder a un hijo.

El ritmo de las marchas de la Banda de Música Villa de Nerva da más brillo y pureza a una tarde noche en la que la candelería del paso ilumina y sirve de guía a una madre que da todo por el fruto de su vientre. Nerva se hace cofrade en esos instantes y nadie discute el momento ni la solemnidad de este acto. La voz de los capataces son los ojos de esos hombres que a golpe de riñones y corazón firman compromiso cristiano que va más allá de misa los domingos o rezos diarios. La tarde noche hace que un pueblo reviva momentos que recuerdan a otras épocas que poco a poco se recuperan y podemos volver a vivir. 

En la actualidad, la situación marca algunas diferencias importantes con aquellos años de mayor bonanza de nuestra Semana Santa, años en que las imágenes titulares de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran poder y María Santísima del Mayor Dolor, salían a la calle en la noche del viernes Santo para realizar una Estación de Penitencia en la que tanto la Virgen, como el Cristo, caminaban juntos en una noche de devoción y fervor. 

Hoy los tiempos han cambiado y aunque se está haciendo un gran trabajo para recuperar el máximo esplendor en estos días y atraer de nuevo a los fuertes brazos de los hombres que dejan su alma en las trabajaderas de los pasos, no es posible que ambas imágenes puedan estar juntas en procesión. 

A la procesión de la Virgen del Mayor Dolor, seguirá en la noche del Viernes Santo, la del Cristo del Gran Poder, que en esta edición lucirá la nueva talla de la trasera del Paso, completando de esta forma una adecuación necesaria para una imagen de enjundia, un paso arriesgado e importante por sus características para un pequeño pueblo como el nuestro. En estos días se desarrollarán también actos litúrgicos y momentos que son pura esencia de estos días donde se conmemora la pasión y muerte de Jesús, días que terminarán en el domingo de Resurrección con la voz unánime que grite… ¡Aleluya, Cristo Vive, Cristo ha resucitado!